La incertidumbre es inevitable en 2024; no deje que se convierta en el enemigo de la oportunidad

RiskMap 2024 | Nick Allan | Director General

Uno de los temas de nuestros Riesgos Principales para 2024 es El Gran Reacomodo, una dinámica cargada de riesgos y oportunidades. Es un comentario tanto sobre el estado del mundo como sobre las obligaciones a las que se enfrentan las compañías que quieren prosperar en el próximo año. En retrospectiva, el rebote posterior a la Covid resultó ser solo un rebote, y el anunciado renacimiento económico y político se convirtió en un periodo de intensa tensión económica acompañada de agitación geopolítica. El resultado es que a muchos de los problemas más acuciantes de la época, desde el cambio climático, la guerra, los disturbios y la deuda, se les ha negado el nivel necesario de cooperación internacional. El alarmante ataque terrorista de Hamás contra Israel y el consiguiente impacto en la población civil de ambas partes del conflicto refuerzan la necesidad esencial de diálogo y colaboración para abordar problemas desde hace tiempo. Cabe esperar que los recientes esfuerzos de reconciliación en Medio Oriente puedan evitar que la guerra entre Israel y Hamás se convierta en un enfrentamiento regional más amplio. La colaboración internacional siempre se pone a prueba, y en 2024 no será diferente.

Palabras como “sin precedentes” se utilizan en exceso y las complejidades de la época actual tienen ciertamente paralelismos históricos, pero no en tiempos recientes. El orden mundial está cambiando, y pasará algún tiempo antes de que quede claro qué nuevas reglas y normas se aplican. Como en la mayoría de las épocas de cambio, hay ganadores y perdedores. Para las empresas será esencial garantizar que el riesgo pueda evaluarse objetivamente y con diversos prismas. Un exceso de incertidumbre genera una visión pesimista del futuro y una reticencia de las empresas a asumir riesgos calculados en busca de oportunidades. Para muchos de nuestros clientes, el riesgo político parece omnipresente, ya sea en los mercados nacionales, donde los resultados de las elecciones parecen difíciles de predecir, o en lugares internacionales, donde los conflictos, la violencia política o la sobrecarga regulatoria amenazan las inversiones. Las compañías que puedan localizar sus operaciones tendrán más éxito a escala mundial. Se trata de una tendencia que se ha ido consolidando a lo largo del tiempo; las narrativas globales de gran alcance suelen ser menos útiles que la comprensión granular y local. La localización es la moneda de cambio del gran reacomodo.

La era de la globalización no ha terminado, pero su carácter está cambiando, y las compañías dedican más tiempo y recursos a descubrir sus dependencias críticas y crear capacidad de resiliencia. El próximo año habrá más competencia geopolítica y, en algunas zonas, conflictos. A nivel nacional, las disfunciones y las contiendas políticas internas distraerán e impedirán un compromiso eficaz con algunas de las cuestiones que requieren una colaboración mundial. Con la incertidumbre económica y la prolongada resaca de la pandemia, muchos gobiernos tienen una visión a corto plazo basada en la conveniencia política nacional que le resta importancia a una planificación más estratégica. Para las empresas, esto supone un verdadero reto, ya que los ciclos de planificación corporativa y las decisiones de inversión requieren una mayor certeza.

A escala mundial, los efectos perjudiciales del exceso de deuda y de la reciente inflación siguen extendiéndose por los sistemas políticos y económicos. El crecimiento es difícil de encontrar, y las economías emergentes en particular se encuentran luchando con la necesidad de crear puestos de trabajo e invertir en un momento en el que los costos de la deuda van en aumento. Muchos países se endeudaron para mantenerse durante la pandemia, pero se trataba de gastos de emergencia más que de inversiones, y ahora suponen un freno importante para los recursos financieros. Las tensiones económicas alimentan con demasiada rapidez las tensiones políticas y está previsto que continúen el populismo y el nacionalismo de los años recientes.

En 2024, la nacionalidad de una empresa seguirá siendo la principal preocupación en muchos lugares. Se trata de la continuación de una tendencia en la que las empresas globales se ven arrastradas a tensiones geopolíticas debido a su lugar de origen. La politización de las regulaciones, la complejidad de los regímenes de sanciones y las numerosas restricciones a la inversión extranjera hacen de esta una tendencia de riesgo elevado para el próximo año. En efecto, el riesgo regulatorio en todas sus facetas seguirá suponiendo un gran peso para las empresas internacionales. El principal de ellos serán las restricciones sobre el intercambio de datos y los mandatos en torno al almacenamiento. Durante años, las empresas han confiado en la facilidad para compartir datos a través de las fronteras, pero las nuevas leyes en la mayoría de los mercados clave están obligando a un cambio a menudo radical, con duras sanciones para quienes no las cumplan.

Además de los controles de datos, los gobiernos también tendrán que lidiar con las implicaciones de la inteligencia artificial, desde una perspectiva económica, pero también con vistas a las repercusiones políticas y de seguridad. Las principales organizaciones de noticias ya están trabajando duro para acelerar los servicios de verificación con el fin de mantenerse al tanto de los contenidos generados por IA que aparecen como un torrente en torno a cualquier acontecimiento geopolítico importante. A medida que la IA mejora y se utiliza para generar contenidos que la mayoría de la gente no distingue de la realidad, los efectos potenciales en la política nacional y geopolítica serán significativos. Para las empresas, el reto obvio es la necesidad de proteger la marca y la reputación en caso de ataque, pero también cómo gestionar información precisa en momentos de crisis. Los actores de las ciberamenazas seguirán ampliando el uso de la IA en sus operaciones, aumentando el ritmo y la escala de los ataques. Es posible que la velocidad de la revolución de la IA no corresponda con las predicciones más hiperbólicas, pero los rápidos avances registrados hasta la fecha sugieren que el mundo se encuentra en los albores de una nueva era, con todas las oportunidades y posibles perturbaciones que conllevan estos momentos revolucionarios.

Con todos los retos y crisis potenciales a los que se enfrentan las empresas, será importante no perder de vista los aspectos positivos y las tendencias. Con las elecciones nacionales en la India, el resultado más probable es que el Primer Ministro, Narendra Modi, vuelva al cargo con el mandato de impulsar nuevas reformas económicas. Con una población de 1,400 millones de habitantes, una clase media en ascenso y talento humano a raudales, parece que la próxima década será cuando la India cumpla las promesas pendientes por tanto tiempo. La fortaleza económica de la India irá acompañada de una mayor solidez en el escenario mundial. Aunque el país seguirá siendo un mercado difícil para invertir, las cifras indican que será un mercado que pocas empresas podrán ignorar. Es probable que en 2024 las primeras oleadas de inversión en la India se conviertan en un flujo constante, sobre todo cuando resulte difícil encontrar otras fuentes de oportunidades.

Las compañías que inviertan en nuevos mercados tendrán que comprender la dinámica del poder en juego a múltiples niveles; habrá que cuestionar las viejas suposiciones. Las fuerzas del populismo y el nacionalismo siguen en ascenso y a esta mezcla vertiginosa puede añadirse la competencia entre grandes potencias y potencias medias. Por si fuera poco, el año pasado demostró con crudeza las consecuencias de un clima cambiante. En el nivel más básico, los países han tenido que hacer frente a inundaciones, sequías, vientos e incendios en formas que hace unos años se habrían considerado acontecimientos generacionales. El cambio climático provocará migraciones, socavará la prosperidad económica y pondrá a prueba la resiliencia de la sociedad.

Las compañías internacionales, en ocasiones, se sentirán abrumadas por la amplitud de las cuestiones que deben tener en cuenta, desde sus propias operaciones hasta asumir una mayor responsabilidad y hacer frente a un mayor escrutinio de sus cadenas de suministro. La tentación puede ser intentar alcanzar niveles de seguridad poco realistas. Los ganadores serán probablemente las empresas que se muestren hábiles, ágiles y tengan clara su tolerancia al riesgo. La mayoría de los directivos de empresas seguramente pedirían que en 2024 hubiera un poco menos de riesgo que gestionar del que han tenido que afrontar estos últimos años. Parece que estas ilusiones no van a cambiar.

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