En el próximo año, China y Estados Unidos se distanciarán aún más al enfrentarse a desafíos económicos e internos que añadirán una enorme complejidad a cualquier plan estratégico.

La gestión por parte de China de su desaceleración económica será el riesgo económico mundial más importante en 2024. Mientras tanto, la política presidencial estadounidense amenaza con trastornar la política exterior y la estabilidad interna, con consecuencias geopolíticas.

Es probable que las relaciones entre EE. UU. y China entren en un patrón de espera en 2024, mientras ambos países se preocupan por sus asuntos internos. Lo que podría parecer un período de calma bilateral no debe distraer de la realidad de que siguen existiendo puntos conflictivos en torno a Taiwán, Ucrania y el comercio.

En Estados Unidos, las inminentes elecciones presidenciales se presentan como una contienda entre el internacionalismo liberal y el populismo nacional, y probablemente como una revancha entre el Presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump. Los juicios penales sin precedentes de Trump consumirán la atención nacional y mundial hasta bien entrado 2024, manteniendo a aliados y adversarios de EE. UU. por igual luchando por anticipar los resultados y los impactos a medida que la campaña se pone en marcha.

Sea cual sea el resultado de las elecciones, la cuestión geopolítica básica sigue siendo: ¿qué papel desempeñará Estados Unidos en un mundo más multipolar? En el caso de Israel, Ucrania y los aliados europeos que dependen inmediatamente del paraguas de seguridad estadounidense, esta cuestión se contrapone a la financiación militar y las municiones estadounidenses que probablemente se agotarán en 2024. En el caso de la disputada región Índico-Pacífico, un cambio en la administración estadounidense podría tener un efecto dramático en los esfuerzos por crear coaliciones de seguridad, tecnología y cadena de suministro.

En China, la elaboración de políticas ha supuesto durante mucho tiempo una competencia intensa y duradera con Estados Unidos, independientemente de quién dirija en Washington. Pekín ha redoblado sus esfuerzos para reducir la vulnerabilidad de la economía china a la presión estadounidense, perfeccionando y señalando su capacidad de represalia. La reactivación de la diplomacia entre Estados Unidos y China no ha hecho nada para cambiar esta situación.

El Presidente chino Xi Jinping dará prioridad a los desafíos internos. Aunque la economía china se estabilizará en 2024 en relación con la volatilidad de 2020-23, es poco probable que se produzca un repunte sostenido. Los problemas estructurales de crecimiento plantean graves dilemas a Xi y a su recién instalado equipo de dirección económica.

En medio de las dificultades internas, es probable que Pekín evite una escalada en las confrontaciones exteriores. Sin embargo, las preocupaciones internas no han impedido ocasionales minicrisis en las relaciones entre Estados Unidos y China en el pasado, y 2024 comenzará con un posible desencadenante de más tensiones: las elecciones presidenciales de enero en Taiwán. Una victoria del candidato en el poder del Partido Progresista Democrático, Lai Ching-te, e inclinado hacia Estados Unidos, supondría un aumento de la presión de Pekín sobre Taipéi.

El riesgo de guerra en torno a Taiwán en 2024 es muy bajo. Los desafíos más probables implican escenarios limitados en torno a la regulación y la interrupción del comercio. Al mismo tiempo, se han programado reuniones entre funcionarios estadounidenses y taiwaneses para 2024, ya que Estados Unidos pretende reforzar las capacidades militares de Taiwán. Los accidentes siguen siendo una posibilidad, ya que ambas partes continúan intensificando sus maniobras militares.

Nuevos controles comerciales o de inversión sobre China por parte de EE. UU. podrían exacerbar las tensiones, no obstante, 2023 dejó entrever cómo podrían desplegarse las herramientas de represalia de China en respuesta a futuras acciones estadounidenses. El año pasado, los reguladores chinos consideraron que ciertas empresas estadounidenses de semiconductores y aparatos electrónicos de consumo constituían una amenaza para la seguridad y Pekín utilizó por primera vez su Lista de Entidades No Confiables y su Ley de Control de las Exportaciones. El plan legislativo de Pekín para los próximos años sugiere una gran incertidumbre jurídica y regulatoria.

Se cierne una gran incertidumbre sobre cómo podrían cambiar las prioridades de EE. UU. y cómo dirigirá China su economía en 2024. Las empresas se arriesgan a una parálisis en la toma de decisiones: ¿es mejor esperar a ver qué pasa o tirar los dados?

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