Las tres transiciones que marcarán el Perú en el 2021

Plan de vacunación desigual obstruirá la recuperación económica 

27/01/2021 | Nicolás Urrutia

Luego de un 2020 tumultuoso, el Perú se embarca en un 2021 que estará marcado por tres transiciones: el cambio de gobierno, la vacunación contra el COVID y el relevo del Congreso. Cada transición tiene su propio calendario y todas implican cierto grado de incertidumbre. No obstante, en un contexto internacional de amplios riesgos políticos y profundas incertidumbres operacionales, los tres cambios del año que comienza probablemente ayudarán al país a pasar la página, recuperando parte de su posición frente a los mercados internacionales, y dándole un nuevo aire al sector minero.

La turbulencia política y social del Perú en el 2020 obligó a los directorios corporativos a revaluar el perfil de riesgo del país. Por casi tres décadas los inversionistas internacionales habían operado bajo la tesis de que las crisis en la Casa de Pizarro tenían poco impacto en el entorno de negocios, incluyendo la estabilidad del entorno minero. Sin embargo, la sorpresiva vacancia de Martin Vizcarra, el gobierno de seis días de Manuel Merino y el nombramiento de Francisco Sagasti como un frágil presidente de transición dispararon las alarmas en los comités de riesgo corporativo, desde Denver hasta Melbourne.

La pandemia del COVID-19 exacerbó los factores de riesgo político del país, y su notorio impacto en la economía y el tejido social elevó las preocupaciones entorno al futuro del Perú en el corto plazo. La contracción del PIB en cerca del 12% fue la mayor destrucción de riqueza en la historia moderna, y tras años de estabilidad y crecimiento, la economía peruana sufrió un retroceso muy superior a las de sus países vecinos, como Chile o Colombia. Aunado a lo anterior, la informalidad laboral en la que vive un amplio segmento de la población pasó a un primer plano.

En este contexto, la elección de un nuevo gobierno, el avance en la vacunación contra el COVID-19 y el cambio del Congreso contribuirán a que el país deje atrás parte de los traumatismos del 2020, así varias de sus secuelas sigan presentes durante un tiempo más. Las elecciones presidenciales, que muy seguramente se definirán en la segunda vuelta de junio, ayudarán a recuperar cierto grado de confianza en la resiliencia de las instituciones políticas del país. A pesar de la incertidumbre que persiste sobre la identidad y las posturas del próximo presidente de la república, es muy improbable que el calendario electoral se modifique, y el desarrollo de elecciones justas, libres y pacíficas brindará cierta tranquilidad a los mercados internacionales.

El avance en la vacunación contra el COVID-19 también traerá un grado de alivio frente a las restricciones que trajo la pandemia y las medidas gubernamentales para contrarrestarla, incluyendo nuevas cuarentenas como las anunciadas por Sagasti el 26 de enero. Si bien persisten varios interrogantes sobre el calendario de vacunación, la capacidad del Estado para hacer llegar las vacunas a toda la población y la disposición de los peruanos a inocularse contra el virus, lo cierto es que una vez comience el proceso muy probablemente mejorarán las perspectivas de los ciudadanos y de las empresas sobre un gradual retorno a la normalidad. Bien sea en febrero, marzo o más allá, el inicio de la campaña de vacunación contribuirá a la recuperación del optimismo.

Así mismo, el final del periodo legislativo y la renovación del actual Congreso ayudarán a mitigar ciertas de las preocupaciones más inmediatas del sector empresarial frente a la estabilidad regulatoria y las reglas de juego para los inversionistas internacionales en el país. El populismo legislativo que ha caracterizado al Congreso desde el inicio de la pandemia ha resquebrajado la confianza inversionista en el Perú, especialmente en sectores que se han visto directamente impactados por leyes y propuestas que suponen cambios profundos en las dinámicas de sus negocios, como las autopistas y el agro.

Es muy improbable que la elección del nuevo Congreso conlleve el abandono de malas prácticas políticas y el fin de ciertas tendencias populistas, pero la salida del poder de los actuales parlamentarios brindará, como mínimo, una oportunidad para reencausar la dinámica legislativa y las relaciones con un nuevo gobierno.

Esta conjugación de transiciones no está exenta de incertidumbres y riesgos, como se mencionó anteriormente. La posibilidad de un nuevo gobierno con posturas extremas o propuestas revisionistas del modelo económico genera preocupación. Las demoras en la implementación del plan de vacunación obligarán a seguir operando con restricciones durante varios meses. El riesgo de un nuevo legislativo que socave la gobernabilidad del próximo gobierno e impulse proyectos de ley antitécnicos y populistas no es menor. Todos estos factores pueden redundar en que el próximo gobierno padezca los mismo dolores de cabeza que enfrentó Vizcarra y está enfrentando Sagasti, y que el nuevo presidente se vea en dificultades para implementar una agenda ambiciosa, que genere incentivos y tranquilidad para la inversión extranjera.

Sin obviar esta compleja realidad política y social, Control Risks considera que las empresas e inversionistas que implementen programas adecuados de gestión de riesgo político, social y de seguridad podrán seguir operando de manera efectiva y rentable en el Perú en el 2021. La experiencia global de varias de las principales empresas mineras que operan en el país, aunada a la resiliencia de su talento local, ayudarán a sortear varios de los principales retos operacionales que depara el año que comienza. En este sentido, si bien las tres transiciones del 2021 no se harán sentir plenamente sino hasta finales del año, en el mediano y largo plazo las perspectivas de la minería peruana siguen siendo positivas. 

 

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